sábado, 8 de febrero de 2020

ATAQUE EN MANADA: VIOLENCIA Y DOLOR COMO SINÓNIMO DE MASCULINIDAD


El asesinato de Villa Gesell permite ser analizado desde distintos ángulos. En primer lugar, se puede profundizar sobre el funcionamiento de las “patotas” o grupos como el que atacó a Fernando Báez Sosa y también es interesante pensar la cuestión de los cuerpos, el dolor y el rol de deportes de contacto, como el rugby, que practican los jóvenes de Zárate. 

Por otra parte, para la crimonología los celulares pueden aportar datos fundamentales sobre el accionar de los sospechosos, y poner en su justa proporciones factores como el alcohol o el rol de la “buena crianza” en crímenes de este tipo.

Manadas. Grupos o “patotas” como la de los diez rugbiers que atacaron en Villa Gesell generalmente tienen un líder o más, que es quien da las órdenes y selecciona a las víctimas, que pueden ser periféricas como aquellas de oportunidad que aparecen en el “lugar y momento equivocado”, o pertenecientes a otros grupos que son vistos como rivales, generalmente para comunicar quién manda en determinado territorio. Por eso los espacios abiertos son los escenarios más elegidos para atacar y dejar el cuerpo de inocentes expuestos, a la vista de todos sin necesidad de simular que no fue un brutal homicidio. 

Es importante aclarar que las llamadas “manadas”, como la que atacó a Fernando Báez Sosa, no son comparables con los grupos de varones que atacan sexualmente a mujeres o varones, básicamente porque la motivación en la primera es el poder y el castigo físico y psicológico, en la búsqueda de la valoración de la supremacía y la ferocidad, como si fuesen sinónimos de masculinidad, pero alejada de la erotización característica del ataque sexual grupal. 

Uno de los procesos de identificación que los caracterizan como miembros de distintos grupos, y excluyen al resto, es adoptar desde parches, medallas o gestos, hasta cortes de cabello o vestimenta determinada. Algunos de estos grupos comienzan con actos de vandalismo, hostigamiento hacia otros hasta ir adquiriendo un modus operandi determinado. Si su método es eficaz en cada uno de los ataques, hará que perduren en el tiempo y aumenten en violencia, hasta desplazar su “poderío” hacia otros lugares. Es esa construcción de enemigos en común lo que los une y justifica descargar en cuotas tanta violencia. Dolor. Fabián Quintero, doctor en Antropología de la Universidad Nacional de La Palta y criminólogo del Servicio Penitenciario, reflexiona sobre  los grupos deportivos en términos culturales, grupos que entrenan para ciertas prácticas específicas que implican enseñanzas, saberes y acostrumbramientos que tienen que ver con el dolor, el sufrimiento ajeno. Son deportes, como el rugby, en los que hay choques de fuerzas de cuerpos, donde los cuerpos tienen que ser fuertes para soportar el dolor, y detrás de la lógica de soportar el dolor hay un despliegue competitivo. En esos grupos se puede dar una cuestión de competencia donde el débil, el que no puede, sea altamente despreciado. Este desprecio hacia la debilidad en algunos contextos deportivos podría tener que ver con la cuestión de que los cuerpos deben soportar el dolor, y que deben ir para adelante a pesar del dolor. 

Es importante discriminar el contexto de aprendizaje, ya que  Seguir leyendo


EL PACTO DEL SILENCIO

Columna de análisis jurídico por el Dr. Ramiro Ramos Osorio, Fiscal de la Unidad de Graves Atentados contra las Personas de la provincia de Salta, para Diario Perfil

Uno de los temas que más conjeturas provocó el crimen de Gesell es el supuesto “pacto de silencio” que los acusados habrían acordado mantener como metodología de defensa, una sencilla postura técnica defensista que, si bien descansa sobre garantías constitucionales, no necesariamente terminará redundando en beneficio de su situación ante la ley. 
Es una estrategia que se mantendrá sólo si todos ellos tienen  una misma asistencia letrada, porque apenas aparezcan intereses contrapuestos entre alguno de los acusados ese pacto cederá, y a partir de allí aquellos integrantes del grupo que acrediten que esa noche no intervinieron en el hecho tendrán otros objetivos legales.

Se trata de aguardar pacientemente y en silencio la recolección de las pruebas o elementos incriminantes para que, al conocer la gravedad de la acusación, adaptar los relatos de cada uno de los acusados a esa prueba, buscando desvincular a quienes no estén tan comprometidos, e inclusive, acusando directamente a los más complicados. El objetivo es eliminar los componentes de pertenencia de un grupo homogéneo, jurídicamente a una “banda” o una “manada”, lo que haría aun más salvaje su comportamiento. 

Es que si el hecho fue perpetrado Seguir leyendo

EL SOMETIMIENTO Y LA VIOLENCIA COMO MÉTODO DE AUTOSATISFACCIÓN


La impunidad y el escape contribuyen a crear la sensación de ausencia de responsabilidad. Lo que comienza como una burla del dolor ajeno escala en intensidad y rebasa límites hasta llegar a un punto máximo. Ese desprecio por la paz y la debilidad ajenas, que se exteriorizan con la humillación física o psicológica, va evolucionando y haciendo que la violencia, por sí sola, adquiera un poder y prestigio equivocados.

Los grupos violentos se caracterizan por tener dinámicas que ya fueron estudiadas por la sociología, la criminología y más aun por la psicología social, con sus reveladores experimentos sociales. El conformismo es la adaptación consciente y voluntaria de alguien a la percepción errónea de un grupo, según ha comprobado Solomon Asch, el psicólogo polaco-estadounidense reconocido por sus trabajos en esta materia.

Esta conformidad no sería exitosa entre los grupos violentos de cierta edad si sus miembros no tuviesen una propensión a las conductas antisociales o abusivas hacia personas que por ellos son vistas como "inferiores" y con atributos que les permiten deshumanizarlas o cosificarlas.

Rara vez estos grupos se inauguran con un hecho que va de mayor a menor intensidad. Por lo general se construyen de a poco y con el "ensayo-error", a modo de entrenamiento, donde la voluntad juega un papel fundamental, con procesos y ritos que los van fortificando y los pone a prueba como hermandad, y con patrones de conducta y reglas implícitas que aseguran su permanencia en el tiempo, como por ejemplo el silencio, la lealtad a un guía que conduce y a los distintos roles de cada uno de sus miembros.

Esto es signo de nuestro pasado de primates, que se manifiesta como aquiescencia a la jerarquía, como lo hacen todos los primates, incluso si somos primatus-homo sapiens. Un reflejo cotidiano de esto se ve cuando se le hace espacio al jefe o a un referente del grupo en la cabecera de la mesa; esa anuencia de la jerarquía es innata en los humanos. Pero en casos como el que está bajo escrutinio desde hace 16 días, la crueldad del líder lo hace compatible con sinónimos como autoridad, obediencia y protección.

El más violento dirige la "manada". Esto a veces coincide con que es también el sujeto más impulsivo. Estos grupos suelen buscar un justificativo para descargar y comunicar su "poderío" o su mal entendida masculinidad; salen predispuestos a reforzar sus motivos cuando aparecen signos, señales o personas determinadas.

A diferencia de las peleas callejeras que surgen en ciertos contextos, el frenesí de estas cofradías aumenta con la "ovación" del grupo -una Seguir leyendo