jueves, 25 de octubre de 2018

LUIS MARIO VITETTE SELLANES Y EL DESISTIMIENTO DEL DELITO

Por: Laura Quiñones Urquiza, exclusivo para diario Perfil 



Cuándo y por qué alguien decide abandonar el delito. Especialistas estudian las causas psicológicas y sociales que llevan a violar la ley. Pero, ¿se puede dejar atrás una vida criminal? Habla el protagonista de un golpe resonante.


Foto: Clarin.com ©

Mi oficio es confeccionar perfiles criminales de autores desconocidos, para reducir el número de sospechosos en una investigación en curso. Conocer a quién, por qué y para qué a través de un acto criminal particular. Pude hacer divulgación criminológica de algunas generalidades. Hoy mi interés también está en por qué aquellos que perseveraron en el delito durante gran parte de su vida deciden dimitir, abandonar el delito. ¿Es una cuestión de edad, enamoramiento, maternidad, paternidad o mejores oportunidades? Luego de cumplir condena, qué factores los hicieron anclarse en una vida prosocial y por qué el delito ya no ha vuelto a ser una opción. Sin duda, la vida –y las respuestas– de Luis Vitette puede dar respuestas a algunos de estos interrogantes Los hechos. 

En enero de 2006, cuatro hombres ingresaron a la sucursal Acassuso del Banco Río. Dos se cubrían el rostro con capuchas, otro estaba disfrazado de médico con un estetoscopio colgado del cuello y el cuarto vestía un elegante traje gris. Apuntaron a los 23 clientes y empleados con revólveres de plástico y los tomaron como rehenes. Parecía el acto de ladrones desesperados por no tener escapatoria. Falso: era una puesta en escena que les permitió escapar por un túnel con un botín de más de 20 millones de dólares. Por eso se lo conoce como “el robo del siglo”. Una pequeña parte del botín pudo recuperarse porque la esposa de uno de ellos se enteró de que tenía pensado abandonarla para irse con otra. A ese primer detenido le encontraron en su casa 700 mil dólares, 54 monedas antiguas y 33 relojes de lujo. En su momento, los medios consideraron al uruguayo Luis Mario Vitette Sellanes como “el cerebro” del plan, pero él dice que fue invitado a sumarse y asume el rol de ejecutor y fue quien llevó a cabo la negociación que permitió distraer a la policía y permitir la huida del grupo. Por una estrategia de sus abogados, le dieron por cumplida la mitad de la pena y logró ser expulsado de la Argentina rumbo a su país a los pocos años.


¿Qué lo llevó a abrir un negocio de joyas? ¿Qué lo atrajo de ese rubro? 
Mi oficio, mi profesión, porque yo en el año 1980 más o menos comencé a estudiar relojería en la Universidad del Trabajo del Uruguay, después me diplomé. 

¿Qué recuerdo placentero tiene de su infancia? 
Muchísimos, mi primario, jugar con mi abuela, jugar con mis padres, estamos hablando hace 55 años, cuando los chiquilines podíamos jugar en la calle, teníamos otro tipo de libertad, entonces la vida para mí era mucho más sana, mucho más feliz, eso recuerdo. 

Lo que se comenta es que usted tiene un coeficiente intelectual sobre la media; ¿cómo era Luis Mario en relación con su estudio y su vida social escolar? 
Bueno, me sorprendes con que en el ámbito forense se diga que tengo un coeficiente intelectual sobre la media, yo te diría que no. Lo que no soy es un delincuente común, no es que tengo un coeficiente intelectual elevado... y bueno, estudié como todos en aquella época, mi primario, un poco de música, un poco de idiomas, porque nuestros papás nos imponían eso, teníamos que saber idioma y estudiar música. Y mis estudios en la fe, pero me quedé impresionado de que se comente eso. Pero seguramente te deben haber dicho “guarda, que este es un psicópata medio manipulador” de la  información, pero intelectual sobre la media… bueno, no sé. 

Durante su adolescencia ¿hubo algún evento que lo impactó, relacionado con violencia, algo que usted haya considerado desagradable? 
Bueno, no sé, si hacés referencia a algún tipo de abuso sobre mi persona, no. Violencia física, y, yo practiqué boxeo desde muy chico, categoría “minimosca”, yo qué sé, 6, 7 años, después a muy escasa edad ya empecé a tener entradas en las comisarías y mi primer antecedente, que era muy joven, por insultar al presidente, se dice “putear”, perdón, por putear al presidente de la República Oriental del Uruguay, estuve preso en un cuartel, donde me daban algún correctivo propio de la dictadura, pero hechos de violencia cercanos a mi persona, no, no recuerdo. 

¿Cometió algún homicidio? 
No es mi juego, no voy a responder si cometí o no un homicidio, lo que sí voy a responder es que cuando tenía 19 o 20 años me vi involucrado en un hecho de homicidio por el cual yo quedé condenado y como único responsable. Si lo hice o no, no lo voy a responder, pero sí estuve preso por la comisión de uno. 

¿Cuándo fue la primera vez que robó un banco? ¿Qué sensaciones tuvo antes y durante ese hecho? 
Quiero decirte, yo ya lo he explicado hasta el cansancio, en medios periodísticos y alguna revista forense de Europa del este: yo no soy ladrón de bancos, esta fue la única vez que me vi involucrado en uno, yo, en realidad, mi especialidad es el escruche (robar en viviendas en ausencia de sus moradores, accediendo mediante el uso de forcejeo de puertas, ventanas o el escalamiento), como se va a llamar mi nuevo libro El escruchante, que espero que algún día lo lea y le guste. Yo me vi así arrastrado a un robo de banco, casi sin querer, sabiendo que iba a robar. La sensación es indescriptible, todo tipo de sensaciones en un segundo, y como también para entreverarte un poco y marearte más, no sé si podés sentir en ese preciso momento y describir una sensación, todo es después, porque esta vez, y que por eso quedó en la historia y todo el mundo habla de él, fue una cosa tan planeada, tan orquestada, que tuve que estudiar teatro, los movimientos, los pasos de comedia, ponerme monedas en la boca para distorsionar mi voz, fue todo tan preparado, era como, como ejecutar un plan tan previamente ensayado que no sé si tuve lugar para una sensación distinta de las que ya me imaginaba al momento de preparar el ilícito. 

¿Cuáles son las emociones posteriores a ese hecho? 
Sí, tal vez, placer, sentirme relajado, tarea cumplida, muchísimos meses de preparar esto para verlo que termina, que no termine mal. No digamos que termina bien, un ilícito no puede terminar bien, pero que no terminó mal. No importa si muchos meses después nos delatan y vamos detenidos. 

¿Qué ilícitos jamás hubiese cometido? ¿Cuáles le generan rechazo? 
Por mi ex condición de detenido, muchísimo rechazo, la violación, el violento atentado al pudor, el abuso de menores, todo eso me produce muchísimo rechazo. Pero más que mucho de eso, la corrupción de Estado, eso me tiene muy mal y por eso ando en Twitter (@luisvitette), ahí provocando. Yo digo, tengo un dicho viejo, solo para provocar, te digo: me equivoqué, yo robaba para tener poder, y es al revés, hay que tener poder para después robar. Entonces, yo elegí un oficio, profesión de ladrón para robar. Quien busque un cargo público y en vez de hacer el bien lo utilice en beneficio propio, eso me produce asco, pero muchísimo más asco que alguna violación. Y cuando hago referencia a los delitos sexuales, me gusta marcar una diferencia: que es quién lo hizo y a qué edad lo hizo, porque yo por ejemplo conozco uno de los casos de parricidio más asquerosos de la República Argentina y por el hecho de haber compartido una celda con uno de ellos... vos ya sabés el apellido pero yo no lo voy a nombrar, al tipo lo criaron, lo educaron, lo hicieron mamar desde chico que estaba bien mantener relaciones con su mamá, entonces yo no puedo decir que eso es ser violador o abusador, pero obvio que cuando él comenzó a ir a la escuela, al secundario y se enteró de que eso estaba mal, mató a sus padres. 

¿Qué lo llevó a pensar el delito como una opción? 
Resulta que por allá por el año 80 y pico tuve la necesidad de evadirme. Ni siquiera una fuga, de evadirme del triste penal de Punta Carretas, de acá de Montevideo, porque vi que se aproximaba un motín. Todos los internos estábamos armados con armas de fuego, entonces, qué hice, pedí una audiencia con el juez, fui y le dije “mire señor, estoy preparado para reintegrarme”, y me dijo “Vitette, matemáticamente le quedan dos años y medio para la Ley de Pacificación Nacional, Ley de Media Pena. Le dije “pero mire, señor juez, tengo mi trabajo, tengo mi taller de joyería, en la cárcel afuera extramuros, por favor, por favor”… y decidí escapar, faltar a una visita transitoria. Al evadirme e irme para la Argentina, un prófugo no tiene muchas opciones, y la más fácil, la más tentadora, es delinquir, sobre todo cuando uno viene de estar mucho preso. Enseguida quiere drogas, señoritas, baile, joda, y lo logra a través de la comisión de ilícitos, entonces es así. Una atrae la otra y la otra y la otra, uno va agarrando oficio, profesión, decide qué tipos de delitos hacer y por suerte o por desgracia con eso conseguí un dinero, monté dos empresas en la Argentina, tenía una casa en el barrio de Congreso, otra en Once, propietario de un departamento y una camioneta para mi esposa, otra para mí, estaba bien. Hasta que alguien viene y me tienta con este proyecto faraónico, que primero parecía una tontería, después me lo fueron ahondando. Entonces ahí llegamos otra vez al robo del Banco Río. 

¿Alguna vez tuvo adicción a algo? ¿Qué rol tuvieron las drogas en su vida? 
Sí, sí, ¿qué rol jugaron?, destruirme la vida, fui adicto a la cocaína hasta el año 1990, lo reenmarco para que veas las distancias, el alcohol lo dejé en 1990, después seguí con la adicción al cigarrillo hasta 1996, y desde esa época hasta ahora, ni fumo, ni tomo, ni me drogo, ni siquiera las drogas más tontas, las más simples, ni psicofármacos para dormir. Entonces, ¿qué rol jugaron? El rol de tener que salir a robar para comprar la droga, caer preso como consecuencia, para que me manden más drogas mientras esté preso, para que cuando vuelva a salir tenga que volver a robar para pagar la droga que me mandó cuando estaba preso y la que empiezo a consumir, debe de haber mil secuelas psicológicas, físicas: perdí todos mis dientes con la cocaína. Sí, una basura, el rol espantoso, arruinar mi vida, adicciones, todas, por suerte de 1990 hasta la fecha, nada. 

¿Cómo estaba constituida su familia y qué recuerdo tiene de ellos? 
Mi familia estaba constituida por papá, mamá, los tres hermanos, abuela, de mi abuelo tengo una imagen muy viejito cuando yo era muy chico, después tíos, un hogar bien constituido y de muy buenas costumbres, de hecho yo soy el único que tiene antecedentes penales. ¿Qué recuerdos? las mesas familiares, los mediodías, tengo muchísimos, pero muchísimos recuerdos de la infancia, de mi infancia, de hecho hoy, 6 de diciembre, cumpliría años mi papá, y no ha sido un día muy grato, pero en mi propiedad, en mi quinta donde yo vivo están las cenizas depositadas de mi papá. Ahí en el suelo que hay un arroyo, así que desde el amanecer no ha sido muy bueno, bueno así estaba constituida mi familia, y sobre todo las reuniones familiares,  recuerdo los almuerzos, las cenas, esperar a papá para empezar a comer, no levantarse de la mesa sin el visto bueno de papá, aquellas figuras patriarcas de los años 60 que se imponían, descendientes de italianos, con su sola presencia imponían respeto.

¿Qué víctima recuerda más y por qué?
La víctima que más recuerdo, y porque se cae de maduro, es la persona fallecida en ese ilícito acá en Uruguay, que me marcó para toda la vida, yo fui el único responsable y fui el único que quedó condenado por eso. 

Hoy se dedica al comercio y tiene una vida distinta. ¿Qué lo ha llevado a desistir del delito? 
Mi vida actual, yo fui criado y educado para lo que soy ahora, en otro grey, mi papá tenía bar restaurant, pizzería heladería, fábrica de pastas, yo fui educado para trabajar, a veces he dicho por ahí que encontré mi camino, mi destino, en el camino que siempre quise evitar, porque yo fui educado para ser lo que soy ahora, un trabajador, levantarme temprano todos los días, pelear con el proveedor, rezongar por los impuestos, ahorrar luz, porque es luz comercial, yo fui educado para esto y ¿qué me lleva a sostenerme acá? Y mi doble moral, mi educación católica, yo sé que lo otro estaba mal, así que no solo yo sé que cometía un delito, que era delito, también era pecado para mí y mi gremio, y ¿qué es lo que me sostiene acá? Y, saber que esto está bien y que lo otro estaba mal, aunque lo haya llevado adelante durante tantos años. 

¿Qué le diría Luis Vitette Sellanes al Luis adolescente, cuando todavía no había ingresado en su vida ningún problema con la ley? 
Este Luis Mario ¿qué le diría?, lo he dicho hasta el cansancio, que ha sido un estúpido que se ha dejado llevar por el camino equivocado y arruinado su vida, en realidad no arruinado su vida, no ha vivido, ha estado ausente de la vida. Ha estado preso la mitad de su vida y la otra mitad no de muy buena manera, así que este Luis Mario a aquel lo odia, le diría que es un estúpido, siempre lo he dicho muchas veces, aquella fantasía que jugamos sobre todo cuando estamos metidos hasta el cuello, decimos ¡Uy si pudiera retroceder en el tiempo!, si pudiera retroceder 60, 55 años, en el tiempo nunca haría nada que me lleve preso, nunca haría nada al margen de la ley, ni siquiera sabiendo que tengo muchísimas posibilidades de no ir preso, no lo haría, eso es de Luis Mario al otro. 

CRIMEN DE LA NIÑA SHEILA AYALA




El análisis completo para Staff de Noticias

CRÍMENES VIRTUALES Y REALES CON LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS

Autora: Laura Quiñones Urquiza, exclusivo para Diario Perfil 


Todo empieza con la vulnerabilidad de nuestros teléfonos y computadoras. Pero crece y escala hasta los sistemas más sofisticados de empresas y organismos públicos, para transformarse en uno de los problemas de seguridad del siglo XXI.


Sin dudas, la serie Mindhunter, es la que mejor plasma la obsesión que tenemos los perfiladores criminales por entender quién, por qué y para qué. Quizás compartimos con los médicos u otras profesiones esa pulsión de conocer para entender. Ahora imagine esa curiosidad llevada a comprender cómo funcionan las máquinas, por ejemplo un semáforo o una alarma de auto, cómo se puede acceder para encenderlos, apagarlos, modificarlos o mejorarlos, con métodos no tradicionales.


La conducta de hackeo resulta atractiva porque quien lo ejecuta pareciera cabalgar en dos realidades distintas: la real y la virtual. El hacker es sobre todo, un gran curioso en la búsqueda de desafíos constantes, con habilidades específicas y a veces con una inteligencia superior a la media. Es una actividad con bases sociales e identidad colectiva, en ocasiones basada en el anonimato. Muchos se conocen virtualmente por sus seudónimos, pero no personalmente. La comunidad horizontal de las agrupaciones hackers sustituyen los lazos verticales del mundo real.

Seguridad. El hacker contribuye a la seguridad de los sistemas, su labor también se orienta a encontrar las fallas de seguridad y reportarlas, incluso colaboran en investigaciones criminales para cazar a productores de pornografía infantil o craquean, rompen páginas web que distribuye ese material.

Su generosidad es para con los futuros usuarios y la sociedad, porque con sus hazañas e irrupciones permiten mejorar la seguridad informática. En realidad, son el único test sólido para comprobar vulnerabilidades. Muchas empresas contratan hackers y exponen sus productos para que ellos los “rompan” y digan cómo lo hicieron: la idea es mejorar, es el progreso.

Al igual que en perfilación criminal, en el caso de los ha-ckers no importa la apariencia o los logros académicos que ostenten, son las habilidades y los resultados positivos los que dicen más que las palabras. Steve Jobs y Bill Gates, comenzaron siendo hackers e innovaron, logrando crear grandes imperios informáticos.

La ética del hacker y el espíritu en la era de la información, fue ampliamente descripta por el programador y doctor en filosofía finlandés Pekka Himanen. También existe Hackstory.es, iniciativa de Mercé Molist, que plasma toda la historia de esta actividad en la Península Ibérica. En el país con un enfoque metodológico para profesionales, lo hicieron Sallis, Caracciolo & Rodríguez con el libro Ethical Hacking.

Nuevas tecnologías. El ciberdelito responde al continuo desarrollo y la dinámica de las nuevas tecnologías. Está emparentado con los delitos de cuello blanco, cometidos por personas que poseen o aparentan determinado estatus y atacan la economía, se caracterizan por el abuso de confianza y la ausencia de violencia al principio.

En la década del 80, los delitos informáticos apuntaban a inutilizar la información de las computadoras o redes telefónicas y así lograban que algunos teléfonos públicos pudieran hacer llamadas urbanas e interurbanas sin costo. Probablemente los movía el afán de rebelión hacia las grandes empresas corporativas.

En los siguientes diez años, además de la inutilización de la información aparecieron los manifiestos. El hacker dejaba un mensaje y se daba a conocer con su seudónimo a nivel internacional y ganaba prestigio en el bajo fondo virtual. Uno emblemático fue el de The Mentor, que transmitía su sensación de incomprensión y rebeldía con el fin de buscar reivindicación y el reconocimiento, al igual que los manifiestos del Zodíaco, Jack “El Destripador” y Ted Kaczynski (Unabomber) con “La Sociedad Industrial y su futuro”.

Desde el 2000, el hackeo se asocia erróneamente a diversos delitos como el robo y venta de información confidencial al mejor postor. En este estadío, se aprovecha la vulnerabilidad de determinados sistemas y se conforma una especie de crimen organizado.

Aparecen los ataques a estructuras críticas de la seguridad nacional, bancos u objetivos como universidades, colegios, aplicaciones de software, robo de credenciales para a-cceder a servicios económicos y financieros como en el caso Carbanak, una campaña APT (Ataque Persistente Dirigido) descubierta por la compañía Kaspersky Lab.

En esa campaña, ciberdelincuentes de diversos lugares del mundo infectaron con malware a través de mails, las computadoras de empleados de más de cien bancos de treinta países, y llegaron a controlar transferencias de dinero y cajeros automáticos. Desde un lugar de Europa se hacía una transferencia internacional por computadora y, al momento, un cómplice retiraba ese dinero en un cajero automático de Asia sin siquiera apretar una tecla. También manipularon los saldos manualmente, de manera que al momento de hacer la transferencia, la cuenta de origen no reflejara ninguna diferencia de dinero con lo que tenía originalmente, así tuviera miles de millones de dólares. Finalmente el cerebro de esto fue atrapado en Alicante, España y se lo llamó el “Robin Hood moderno”.

Antídotos. Los ciberdelincuentes también se crean y envían virus dañinos a la comunidad virtual luego de haber creado “el antídoto” para los mismos, que se venderá como producto salvador de última tecnología. Un ciberataque apoteósico fue Wannacry, que infectó computadoras domésticas, secuestró sus datos, exigió un pedido de rescate para devolverlos y habría sido llevado a cabo por el Grupo Lázarus.

Estos y otros ciberdelitos serán analizados en las X Jornadas Nacionales sobre Imagen, Comunicación y Redes Sociales el 11 de septiembre en la facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.

CAJEROS QUE "ESCUPEN" DINERO, por Martin Tartarelli

En 1983 se estrenó la película Juegos de Guerra, en la que David Lightman, un joven talentoso con las computadoras, lograba infiltrarse en los sistemas informáticos y alterar sus calificaciones en el colegio, emitir boletos de avión, realizar llamadas sin costos y hasta ingresar en un juego gestionado por la Agencia Nacional de Seguridad que simulaba guerras termonucleares. Como en esa época no se hablaba mucho de computadoras, la mayor parte del público podía pensar que todas esas posibilidades eran pura ciencia ficción… Sin embargo, para muchos otros se habilitó un universo enorme en donde ya no volveríamos a ver estos dispositivos del mismo modo.

Con el pasar de los años la realidad superó la ficción y la infiltración a sistemas educativos, aerolíneas, telecomunicaciones y todo tipo de organizaciones se volvieron más y más frecuentes día tras día, implicando la necesidad de convertirse en tema en agenda para todas las organizaciones a nivel mundial.

Actualmente, los sistemas informáticos operan en todo el mundo, asegurando nuestra información financiera, protegiendo nuestra privacidad e inclusive manteniendo nuestra red eléctrica. Entonces, a medida que los ataques informáticos y las filtraciones de datos crecen, las organizaciones están obligadas a preguntarse cómo defender la información de forma eficaz.

La realidad es que los ciberdelincuentes cada vez se hacen más fuertes: dejaron de ser personas independientes y se convirtieron en grupos organizados, donde poco a poco fueron transformando su blanco de ataque. Ya no dirigen sus ataques a usuarios finales (comúnmente, llamados “el eslabón débil de la seguridad”) sino a entidades mucho más grandes y complejas, como bancos o redes, entre otros.

Hace pocos días, el FBI alertó a entidades financieras sobre una creciente modalidad de robo a través de una técnica denominada “Jackpotting”. Esta técnica es operada en cajeros automáticos (ATM) y no requiere de la fuerza ni de la violencia, sino que se activa ejecutando un código malicioso (Malware) dentro del equipo con el objetivo de vaciar o expulsar todo el dinero disponible.

Los cajeros automáticos poseen diferentes formas de ser gestionados y uno de ellos es mediante USB, donde es posible conectar un teclado o insertar un software que actúa en función de aquello que los atacantes deseen y programen.

El FBI cree que estas organizaciones pueden atacar a instituciones financieras (bancos y procesadores de pago), y obtener datos de las tarjetas individuales con el fin de clonarlas para que puedan ser utilizadas en los cajeros automáticos de la misma forma que su versión original. Ya se conocen varios casos similares como el del The National Bank of Blacks­burg que, a través de un ciberataque, en 2016, perdió más de dos millones de dólares.

En 2010, el neocelandés Barnaby Jack presentó en la Ekoparty, la conferencia de seguridad informática que se realiza anualmente en Buenos Aires, una técnica que permite hacer escupir dinero a un cajero automático. En el escenario del Centro Cultural Konex mostró, en tiempo real, cómo vaciaba un cajero ubicado en la ciudad de Los Angeles.

Es importante comprender que en Argentina existe una enorme falta de conciencia acerca de estas problemáticas porque, si bien el Banco Central exige controles que promueven la protección de los activos informáticos, no incluye o no trata ciertos temas de manera más exhaustiva. Por otro lado, es interesante destacar que la responsabilidad de la operación de cajeros automáticos está compartida entre el banco y los fabricantes del dispositivo, creando una línea muy delgada y difusa al momento de tomar ciertas decisiones.


miércoles, 17 de octubre de 2018

LA CASA DEL HORROR


Mauro Szeta junto a la Dra. Blanca Huggelmann, la perfiladora criminal Laura Quiñones Urquiza y el Dr. Miguel Angel Miñones recorren y analizan para Telefé Noticas, la mansión de la calle 48 entre 11 y 12, de la ciudad de La Plata donde 25 años atrás, un domingo de noviembre, Ricardo Barreda aniquiló a toda su familia y luego se fue con su amante a comer y a un hotel alojamiento: aquí

YO SOY UN PRESO MUY CONFLICTIVO

"De mis 37 años, estuve 20 años en cana. Tengo más de 11 tiros en el cuerpo y más de 40 puñaladas por pelearme en la cárcel”. En la cárcel tuvo muchos problemas y peleas, “yo era el terror de todos en la cárcel, era el cuco, no me aceptaban en ningún pabellón", la historia de Diego Rojas recluido en la Unidad Penitenciaria Nº 36 de San Martín. Una entrevista de Mauro Szeta y el análisis de Laura Quiñones Urquiza para Telefé Noticas, aquí